Surf and Muaythai: vehicles of social change
Hace cerca de diez años empezamos a enseñar surf en Alto Perú, un barrio en el que el crimen, el consumo y la comercialización de drogas son endémicos.
Nuestro objetivo en ese entonces era conectar a los niños y jóvenes con el mar y con ellos mismos; alejarlos del entorno inseguro en el que crecen y motivarlos a disfrutar del ambiente natural que el barrio tiene al frente: el mar. Desde el inicio pensamos algo que es conocido por todos: si haces deporte tu vida será mejor, tendrás mejores hábitos, estarás más contento. La novedad quizás estuvo en enfocarnos en una población vulnerable a la que nadie quería -ni parece querer- atender, niños y jóvenes de escasos recursos que están constantemente expuestos a un entorno cargado de carencias y violencia.
Después de cinco años de enseñar surf, de aprender de los niños y compartir mañanas y tardes en las playas de Chorrillos, empezamos también a enseñar Muaythai de la mano de la Federación Deportiva Peruana de Muaythai. Las clases iniciaron un sábado de verano en la pequeña plaza central de Alto Perú y no solo venía toda la Selección Nacional de muaythai, sino también algunos otros grandes deportistas y amigos de la Escuela F-14.
El deporte en Alto Perú ha funcionado como una herramienta concreta para conectar con niños, niñas y jóvenes, creando un espacio de vínculos diferentes, donde se pueden divertir, explorar y ser creativos. Es un espacio educativo muy rico y con mucho potencial no solo para el trabajo individual sino también comunitario.
Dado que el surf es un “deporte de aventura” y no es intrínsecamente competitivo, ofrece a los participantes la posibilidad de adquirir un sentido de logro sin la necesidad de competir contra otro deportista o equipo. Por el contrario, los niños y niñas aprenden unos de otros, desarrollando el sentido de logro basados en la evolución personal de sus habilidades. Además, con el acompañamiento adecuado, esta adquisición de nuevas habilidades como el balance y la coordinación, pero también de habilidades sociales como la comunicación y la comprensión de la diferencia, ofrece oportunidades para el empoderamiento de los niños, niñas y jóvenes (Thorpe, 2016). En Alto Perú usamos justamente estos “pequeños logros” no solo motrices o físicos, sino de superación de miedos por ejemplo, para fortalecer en los participantes una idea que para nosotros es clave en la vida: el que quiere, puede.
Por otro lado, el muaythai complementa las virtudes del surf y, en nuestra experiencia, es atractivo para niños y jóvenes con otro perfil. Disciplina, respeto, compañerismo, perseverancia, superación, son algunas de las actitudes y valores que estamos cosechando luego de cinco años de sembrar semillas en el barrio. Hoy tenemos resultados concretos a nivel competitivo: más de doce campeones nacionales a nivel juvenil, tres seleccionados nacionales juveniles, un campeón sudamericano y, para coronar, un campeón mundial juvenil (Alexander Chávez de 16 años) quien obtuvo el título el 2016 en Suecia. También hemos sido reconocidos a nivel institucional por la International Federation of Muaythai Amateur junto a Peace and Sport Organisation (entidad creada por UNESCO), obteniendo el reconocimiento “Sport is Your Gang”, dirigido a jóvenes de comunidades vulnerables de todo el mundo que forman parte de proyectos sociales trabajando con muaythai.
No hemos descubierto la pólvora y mucho menos la hemos inventado. El deporte para el desarrollo se usa desde hace mucho, es sumamente potente y ha demostrado ser una herramienta muy efectiva para promover mejoras individuales y colectivas. Por ello, las Naciones Unidas definieron el 6 de abril como el Día del deporte para el Desarrollo y la Paz.
Sin duda el deporte trae múltiples beneficios para quien lo practica tanto a nivel físico como mental. Pero además, puede mejorar hábitos alimenticios, reducir el stress y mejorar los hábitos de sueño. En nuestro caso, hemos visto cómo influye en estos aspectos y adicionalmente, incrementan el autoestima y la confianza; cambia, por ejemplo, la postura corporal y la forma de andar de los participantes.
Empezamos hace diez años con muchas ganas y ningún presupuesto. Hoy el deporte es uno de los tres programas de impacto social que tenemos (además del programa psicoeducativo y el programa de espacios públicos). Así, gracias al tiempo de trabajo invertido en el deporte, hemos logrado cerrar un círculo en el que los instructores actuales son los chicos que aprendieron en el pasado, ellos enseñan a los niños del barrio en la escuela social de cada deporte, pero además enseñan en nuestras escuelas comerciales y aportan de esta forma en su canasta familiar.